Aprendiendo a disfrutar los años
A
los sesenta y tres años sigue una vida de impulsos
El reconocido actor peruano Manuel
Ramón García Monteagudo, a pesar de los años y el sobre peso, no deja las
tablas ni se desprende de la pantalla chica y cada vez le ofrecen más papeles
actorales.
Ramón García, más conocido como Chapana (de los choches), -aquel personaje que hablaba mal, era muy divertido, renegón y a veces algo ingenuo- disimula muy bien sus pasos por la Universidad de Lima, su participación en las producciones de Imizu SAC y el estar casado con Carmen Fernández Chávez, con quien tiene tres hijas. Con su intachable conducta, Ramón García, es la prueba fehaciente de que la comedia es cosa seria.
Son
las once de la mañana y me encuentro en el teatro de la triple A, una
construcción antigua ubicada en el Centro de Lima. Estoy junto a mi hermana,
que años atrás tomó clases de actuación con Ramón y me presentará ante él.
Ambas estamos sentadas bajo un árbol que, pese a su escaza frondosidad, ofrece
la sombra necesaria para contrarrestar los efectos del intenso sol. Una figura
voluptuosa, a la cual le cuesta moverse con agilidad, sale por un pasillo que
lo separa de su clase y lo acerca hacia el patio en el que estamos ubicadas.
Hoy
me encuentro frente a una reconocida figura de la actuación y creador de muchas
de las miniseries que han alcanzado sintonía en la televisión peruana. Me pongo
nostálgica al verlo diferente de como lo recordaba: con más líneas de
expresión, caminando con dificultad y sin su caracterizador mostacho. Pero la
calidez de la sonrisa en su rostro me recuerda que vine a hacerle una entrevista a aquella persona que, cuando era niña, me robó muchas carcajadas y mi estado de ánimo cambia para ponerse acorde con la ocasión.
Nos
ubicamos en el pórtico evitando al abrasador sol y ambos nos sentamos en una
banca vieja y despostillada que unido a
las desgatadas paredes y suelos del teatro me recuerdan lo poco valorado que es
el arte el Perú.calidez de la sonrisa en su rostro me recuerda que vine a hacerle una entrevista a aquella persona que, cuando era niña, me robó muchas carcajadas y mi estado de ánimo cambia para ponerse acorde con la ocasión.
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