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La pregunta es ¿Por qué si
nuestros antepasados nos dejaron grandes vestigios de su poder de expresión, nosotros
aún no los empleamos de manera adecuada? ¿Necesitamos algo más para dejarnos
llevar por las más sublimes de las artes como la de escribir? Creo que en
realidad no se trata sólo de la garra
y el entusiasmo, como afirma el
texto, si no de recapacitación, ya
que considero que en la actualidad, la gente aún no se da cuenta de la
importancia de la trascendencia que se puede lograr a través de la escritura de
un libro, un párrafo o inclusive una frase.
Garra. Entusiasmo. Creo que, en
realidad, éstas sí son palabras que se emplean a menudo en Perú. No obstante,
son palabras a las que no se les ha prestado la importancia necesaria como para entender a profundidad lo que cada
una de ellas implica. Aquí (en Perú), utilizamos estas palabras en temas, en su
mayoría, futbolísticos y desde ya podemos darnos cuenta del depreciado uso de
las mismas, ya que los peruanos somos conscientes - pese a que algunos
mantienen aún una postura ensimismada-de que el fútbol peruano hace mucho
tiempo que se mantiene lejos de alcanzar algún de reconocimiento.
Retomando el primer punto, ¿Qué
es lo que nos conduce a la no escritura?
Si cada evento cotidiano puede convertirse en una gran historia, imagínense los
premios que ganaríamos cada uno de nosotros, si alguna vez lográramos explorar
aquel infinito universo de sentimientos que cada uno guarda dentro de sí mismo
y que esperan ser despertados ante un estímulo y quedar grabados perpetuamente
en un pedazo de hoja.
Amor. Desconcierto. Añoranza.
Odio. Melancolía. En diferentes intensidades y con diferentes matices, cada uno
de nuestros sentimientos puede ser usado como tinta imborrable para escribir
vocablos que pueden desembocar en un invaluable libro. Piense en las personas
que escribieron algo y que la impulsaron a tomar decisiones, emprender un nuevo
camino o despejaron su mente; y piense, además, en todas aquellas personas a
las que, por medio de sus escritos, podría servir de inspiración.
Existe un fragmento en el texto La dicha de escribir que me parece
importante resaltar y es el que dice que el
primer deber de un escritor es ser una criatura de fiebres y arrebatos.
Esta parte, no hace más que reafirmar aquella licencia que todos poseemos de
escribir sobre lo que nos plazca y con la única condición de que nos deleitemos
con cada letra plasmada en el papel. Es seguro que las cortapisas siempre estarán
a la orden del día, aunque no las solicitemos. Sin embargo, nuestro ímpetu será,
finalmente, lo que nos mantenga en pié y nos recordará que nadie podrá borrar lo escrito (por más que algunos consideren, lo escrito,
criticable)
En el escrito, así mismo, nos
recuerdan cómo grandes personajes como Shakespeare y Melville sabían divertirse trabajando. Es más que obvio
decir que la vida de nadie es perfecta, y por supuesto, la vida de éstos, no
era la excepción. La gente se siente bien cuando comparte una experiencia, ya
sea buena o mala, y creo que estas personas eran felices precisamente por eso:
por escribir y, de esta forma, compartir sus vivencias.
Ahora, le toca a usted hacer que la dicha de escribir, este y cualquier otro texto
que usted haya leído, y considere importante, cobren vida a través de
usted. Muestre su perspectiva de la vida. Escriba sobre el gozo, la tristeza,
la fantasía… ¡Adelante! El papel está frente a usted y las ideas dentro suyo.
En estos momentos, sólo depende de usted ponerse límites o romper barreras.
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