domingo, 1 de julio de 2012

La dicha de escribir


Desde el principio de los tiempos, las personas siempre han tenido la necesidad de perpetuar sus acciones y estados de ánimo a través de diferentes manifestaciones. Es a partir de esta necesidad con la que nuestros antepasados desarrollaron diferentes herramientas como la escritura que hasta el día de hoy nos retrata a los mismos y que significan un gran legado para nosotros.
La pregunta es ¿Por qué si nuestros antepasados nos dejaron grandes vestigios de su poder de expresión, nosotros aún no los empleamos de manera adecuada? ¿Necesitamos algo más para dejarnos llevar por las más sublimes de las artes como la de escribir? Creo que en realidad no se trata sólo de la garra y el entusiasmo, como afirma el texto, si no de recapacitación, ya que considero que en la actualidad, la gente aún no se da cuenta de la importancia de la trascendencia que se puede lograr a través de la escritura de un libro, un párrafo o inclusive una frase.
Garra. Entusiasmo. Creo que, en realidad, éstas sí son palabras que se emplean a menudo en Perú. No obstante, son palabras a las que no se les ha prestado la importancia necesaria  como para entender a profundidad lo que cada una de ellas implica. Aquí (en Perú), utilizamos estas palabras en temas, en su mayoría, futbolísticos y desde ya podemos darnos cuenta del depreciado uso de las mismas, ya que los peruanos somos conscientes - pese a que algunos mantienen aún una postura ensimismada-de que el fútbol peruano hace mucho tiempo que se mantiene lejos de alcanzar algún de reconocimiento.
Retomando el primer punto, ¿Qué es lo que nos conduce a la no escritura? Si cada evento cotidiano puede convertirse en una gran historia, imagínense los premios que ganaríamos cada uno de nosotros, si alguna vez lográramos explorar aquel infinito universo de sentimientos que cada uno guarda dentro de sí mismo y que esperan ser despertados ante un estímulo y quedar grabados perpetuamente en un pedazo de hoja.
Amor. Desconcierto. Añoranza. Odio. Melancolía. En diferentes intensidades y con diferentes matices, cada uno de nuestros sentimientos puede ser usado como tinta imborrable para escribir vocablos que pueden desembocar en un invaluable libro. Piense en las personas que escribieron algo y que la impulsaron a tomar decisiones, emprender un nuevo camino o despejaron su mente; y piense, además, en todas aquellas personas a las que, por medio de sus escritos, podría servir de inspiración.
Existe un fragmento en el texto La dicha de escribir que me parece importante resaltar y es el que dice que el primer deber de un escritor es ser una criatura de fiebres y arrebatos. Esta parte, no hace más que reafirmar aquella licencia que todos poseemos de escribir sobre lo que nos plazca y con la única condición de que nos deleitemos con cada letra plasmada en el papel. Es seguro que las cortapisas siempre estarán a la orden del día, aunque no las solicitemos. Sin embargo, nuestro ímpetu será, finalmente, lo que nos mantenga en pié y nos recordará que  nadie podrá borrar  lo escrito  (por más que algunos consideren, lo escrito, criticable)
En el escrito, así mismo, nos recuerdan cómo grandes personajes como Shakespeare y Melville sabían divertirse trabajando. Es más que obvio decir que la vida de nadie es perfecta, y por supuesto, la vida de éstos, no era la excepción. La gente se siente bien cuando comparte una experiencia, ya sea buena o mala, y creo que estas personas eran felices precisamente por eso: por escribir y, de esta forma, compartir sus vivencias.
Ahora, le toca a usted hacer que la dicha de escribir, este y cualquier otro texto que usted haya leído, y considere importante, cobren vida a través de usted. Muestre su perspectiva de la vida. Escriba sobre el gozo, la tristeza, la fantasía… ¡Adelante! El papel está frente a usted y las ideas dentro suyo. En estos momentos, sólo depende de usted ponerse límites o romper barreras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario